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Humildad

Esencialidad

Hay dos condiciones indispensables para tu regreso a Esencia: responsabilidad y humildad.

La humildad es saber Quién Eres y Quiénes Son los demás. La humildad es ver a Dios en todos y en todo. Es comprender que todos son Una Misma Esencia; que todos somos Lo Mismo. Es el reconocimiento del mismo valor intrínseco, Esencial, de cada persona y cosa. Es reconocer que no hay más ni menos en el Uno. (De hecho, no hay otro en el Uno, así que más-menos es algo imposible ya que requiere de dos, y ya no es Uno).

La humildad es comprender que, en Verdad, no existen otras partes en una Esencia Única. Las diferencias son ilusiones en la manifestación de Esencia. La Individualidad y la separación son una ilusión. Cuando sabes que sólo hay una Esencia Única, sabes que no hay más- menos; que esto ni siquiera es posible.


Lo que no es humildad


Lo que sí es humildad


La gente a menudo tiene una cadena de PMEs, por lo tanto, resistencia a la humildad. Su pensar va más o menos en la siguiente dirección: una persona humilde es simplona, rústica, patana e ignorante; así son los pobres. El pobre está jodido, no tiene dinero, educación, ni buenos modales. El que no tiene dinero es un muerto de hambre, incluso no tiene donde caerse muerto. Por esto, yo no quiero ser un ignorante; no quiero ser pobre; no quiero ser un Don Nadie; no quiero que me pisoteen; así que, no voy a ser humilde.

Todo esto es pura ignorancia de lo que es la humildad, así como de su valor. ¡No hay espiritualidad sin humildad! La humildad es reconocimiento de igualdad en la Verdad, en Esencia. Lo opuesto a la humildad es el egoneg, sentirse más-menos que otros.

El valor de la humildad

Únicamente los humildes entrarán al Reino del Cielo. Simplemente, no puedes volver al Reino de Esencia sin ser humilde. Punto. Palabra de un Iluminado: Jesucristo.

La humildad es lo opuesto al ego negativo, la glorificación de una individualidad por encima de otras individualidades. Por lo tanto, el egoneg es la glorificación de la ilusión por encima de Esencia.

No hay espiritualidad que no comience con la humildad. No es posible desarrollarte espiritualmente, sentir a Dios, y ni siquiera aumentar tu felicidad humana, sin humildad. La espiritualidad es reunirte con el Uno. Es salir de la ilusión de la multiplicidad y de la separación, para volver al Uno. Esta salida es la humildad. No existe espiritualidad verdadera sin humildad.

La humildad es felicidad. Recuerda que el espectro de la felicidad es paralelo al espectro del ego. Tu felicidad es inversamente proporcional a tu ego negativo, ergo proporcional a tu humildad y unión con el Uno. (Ver la figura 1). La humildad te hace sentir completo, satisfecho. En la humildad, eres agradecido de todo lo que te llega, al tiempo que nada externo necesitas: posesiones, dinero, reconocimiento, fama, poder. Te liberas de la Búsqueda Externa de la felicidad. La humildad nada necesita incorporar.

La humildad es un componente indispensable de la Sabiduría. No existe Sabiduría que no comience con la humildad. La humildad hace surgir de manera paralela a la Sabiduría. Donde el ego negativo te nubla y te ciega, la humildad te da luz, claridad, percepción y sabiduría. Puesto que la Sabiduría es una característica de Esencia, la humildad te lleva a Esencia.


La humildad produce paciencia y serenidad, aspectos importantes de la felicidad.

Una persona humilde tiene un corazón de oro, espiritualmente hablando. La humildad refleja la grandeza del ser, su riqueza espiritual.

“La felicidad y el ego son la misma polaridad”.

La felicidad es el grado en que experimentas a tu Esencia. En la medida en que te sientes separado, tu felicidad disminuye. La humildad es imprescindible para aumentar tu experiencia de Esencia.

La humildad comienza con:

Amor y humildad

Si quieres amar más, si quieres servir y ayudar a otros; si quieres ser más Esencia, más Luz, debes tener la voluntad y compromiso de ser más humilde. Tienes que convertirte en amor actuando sigilosamente como un ninja.

Tienes que amar puramente, servir sin esperar reconocimiento alguno, sin esperar que otros te vean, te remuneran, te adulen ni te ensalcen. El amor sigiloso no se ve, no se nota, no busca remuneración de ningún tipo; sólo aparecen sus resultados. Lo remunerado supone un intercambio, un acto comercial. El amor comienza cuando haces algo sin esperar remuneración alguna.

Tienes que amar puramente, servir sin esperar reconocimiento alguno, que otros te admiren, o te remuneren, te adulen o realcen. El amor que brota del servicio comienza cuando termina el interés de la remuneración. Lo remunerado es intercambio, comercio. El amor comienza cuando lo que te motiva no es la remuneración. Un ninja del amor no se ve, no se nota, y sólo deja a su paso resultados.


La humildad es algo que se tiene que practicar conscientemente. Una buena plataforma para ello es el servicio desinteresado, que es amor en acción. Cuando desees servir, elige una actividad que detone o active tu importancia personal, aquello que resistes hacer, o elige servir a la persona o a la clase de personas con quienes te sientes superior o inferior. Esto es como un faro que alumbra donde te falta humildad, donde tienes ego negativo en la forma de “soy demasiado bueno, valioso, para hacer esto, o para servir a esta persona o a esta clase de personas”. Escoge los puestos más bajos (limpiar baños), o si tu egoneg es de soy menos, elige los puestos de más autoridad y responsabilidad, donde tienes que dar instrucciones a otros.

Otra oportunidad de practicar humildad es en el procesamiento, piloteando a los exploradores más difíciles.

La Humildad es Oro Espiritual.