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Madurez Espiritual
Madurez Espiritual es una característica de un ser espiritual, que incluye la responsabilidad de su vida, la aceptación de las consecuencias de su acciones en otros, la ausencia de víctima y drama, la disciplina, el enfoque, y un nivel de excelencia en todo lo que es y hace.
Para comprender la madurez espiritual, es preciso comprender la polaridad de la madurez, que es una escala que corre de la total inmadurez de un niño pequeño, cruza por la inmadurez de un adulto, pasa por la madurez de un adulto, y desemboca en la madurez espiritual de un ser despierto.
El hecho de que una persona sea adulta no quiere decir que sea madura: el mundo está lleno de adultos inmaduros. Y aunque una persona sea madura de acuerdo al estándar humano de madurez, no indica que sea madura espiritualmente. De hecho, es imposible que una persona en avidya tenga madurez espiritual porque ni siquiera sabe Quién Es realmente; nada sabe de su ser. Únicamente el ser, nunca el avatar, puede alcanzar la madurez espiritual.
Para conocer el polo sur de la madurez, observemos la inmadurez de un niño. Vemos en él:
- dependencia,
- egoísmo (sólo sus deseos le importan, no es capaz de pensar en la mayor bien de otros),
- distracción (no puede concentrar su atención por mucho tiempo en cualquier cosa),
- indisciplina,
- poca persistencia y constancia en tomar acción,
- reactividad y berrinches cuando no logra lo que quiere,
- busca lo fácil y cómodo, la gratificación inmediata,
- irresponsabilidad,
- poca confiabilidad,
- víctima,
- quejas,
- juego en lugar de trabajo,
- obediencia a impulsos en vez de control y disciplina,
- ego negativo,
- avaricia,
- etc.
La madurez humana requiere:
- independencia,
- responsabilidad,
- autocontrol,
- transparencia,
- serenidad aún bajo presión,
- razón y lógica,
- planeación,
- disciplina,
- persistencia y constancia en lograr metas,
- posponer la gratificación inmediata para lograr cosas importantes a largo plazo,
- consideración del bien de otros,
- jugar a ganar-ganar,
- confiabilidad, entre otras características.
La observación de la condición humana muestra que pocos seres humanos tienen tal madurez – y la madurez espiritual es algo todavía más grande.
Shit Happenss (la caca ocurre)
- La madurez espiritual incluye nuestra reacción energética a los eventos de la vida. La vida es un desfile de eventos. Desde nuestro punto de visto humano limitado, algunos eventos parecen favorecer nuestros deseos y metas; y otros parecen estar en contra. El ser inmaduro suele resistir y activarse en relación a los eventos que le parecen negativos; se emberrincha como un niñito cuando las cosas van en contra.
- El ser maduro espiritualmente mantiene la serenidad. El ser espiritual sabe que la Sabiduría controla todo e intuye a dónde lo quiere llevar el universo. La madurez espiritual también incluye el giro de la reactividad a la creatividad. Un niño es reactivo; un adulto es creativo. Es cuestion de mover una “c”.
- La madurez espiritual incluye todo lo relacionado con la madurez humana, y va más allá. Trasciende a lo humano, al avatar, y va al ser espiritual. Un ser espiritual maduro vive los conocimientos y valores espirituales, Esenciales. La madurez espiritual incluye dejar los caprichos del avatar y el paradigma de que la vida se trata de MOPs.
- La madurez espiritual sabe que está aquí en esta vida para algo más que consumir oxígeno y tirar basura. El ser maduro controla y restringe a su avatar (como si fuera un niño) para dedicarse a cosas importantes, como el cumplimiento de una misión o de propósitos trascendentes, y ejercitarse con disciplinas y actividades espirituales.
- La madurez espiritual vive una vida alineada con Esencia y cumple sus propósitos y misión. Hay una historia acerca de Jesús que ilustra la madurez espiritual: cada año, sus padres, parientes y vecinos iban a Jerusalén para la Fiesta de Pascua, cosa que hicieron como era usual cuando Jesús tenía 12 años. Cuando terminó la fiesta, el grupo salió de regreso a Nazaret. Tras un día de viaje, sus padres notaron que Jesús no estaba en el grupo. Angustiados, volvieron a Jerusalén para buscarlo. Después de tres días lo encontraron en el Templo entre los maestros, enseñando de manera que todos los que lo escuchaban estaban asombrados por su sabiduría. Cuando sus padres lo encontraron, le preguntaron: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tenemos tres días buscándote muy preocupados. Y él respondió, “¿Acaso no saben que tengo que atender los asuntos de mi Padre?”